EL LOCO DE LA CALLE


Me pido ser el loco de la calle. Me pido ser el ansia de vivir. 

Ya me he cansado de pintar mis dedos de amarillo a fuerza de humo, cansancio y nicotina. Ya estoy harto de ver resbalar mi vida como un difuso enmudecido garabato y una pared siempre enfrente, harto de pintar mandalas prisioneros en un laberinto construido a base de abulia, soledad, irrealidad y desesperanza.

Me pido ser el loco de la calle, me pido ser el ansia de vivir, y por supuesto que tengo miedo. 

No soy idiota, no soy un temerario. Lo que pasa es que esta vez, cuando el pánico me asalte como siempre y se burle de mí paralizándome en el rincón más oscuro de mi cuarto, yo no voy a consentir. Mandíbula apretada, pie firme y corazón determinado. En eso consiste ser valiente, en aguantar el terror cinco minutos más. En dar cinco pasitos más cuando ya todo el mundo se ha rendido.

Paso al loco de la calle. Paso al ansia de vivir.  Ahora es mi turno.



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